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Neuropatía periférica persistente aumenta el riesgo de caídas en supervivientes de cáncer

, por Equipo del NCI

Fuente: Instituto Nacional del Cáncer

Muchas mujeres supervivientes de cáncer tienen problemas de movilidad y de otras funciones físicas como resultado de la neuropatía periférica persistente causada por el tratamiento de quimioterapia, según un estudio nuevo. Los problemas de funcionamiento físico estuvieron asociados con un aumento sustancial del riesgo de caídas perjudiciales en las mujeres.

Los resultados del estudio se presentaron el 11 de enero en el Simposio de 2016 de Supervivencia al Cáncer en San Francisco.

Investigación del problema

Varios fármacos de quimioterapia pueden dañar los nervios periféricos que ayudan a controlar el movimiento de brazos y piernas y la habilidad de detectar la sensación con manos y pies. El trastorno que resulta se llama neuropatía periférica inducida por quimioterapia (CIPN).

Hay pocas opciones clínicas terapéuticas para tratar a pacientes con el trastorno, explicó la doctora Sarah Temkin, de la Johns Hopkins School of Medicine.

La neuropatía periférica inducida por quimioterapia puede ocurrir en cualquier momento durante la quimioterapia, y estudios recientes han mostrado que los síntomas pueden persistir durante años en muchos pacientes.

Este nuevo estudio tuvo en cuenta a más de 500 mujeres inscritas en cuatro estudios de intervención de ejercicios para evaluar las fracturas y caídas en mujeres supervivientes del cáncer. La mayoría de las mujeres en el estudio habían sido tratadas para cáncer de seno.

A un promedio de 6 años de haber completado la quimioterapia, 45% de las mujeres informaron que todavía experimentaban entumecimiento en sus manos y pies, reportó la autora principal del estudio, doctora Kerri M. Winters-Stone, de la Oregon Health and Science University. Estas mujeres tenían una forma alterada de caminar y funcionamiento físico peor que las mujeres que no estaban experimentando la CIPN por largo tiempo. También tenían una probabilidad dos veces mayor de caerse, lo que les hacía correr un riesgo también mayor de fracturas.

Además de tener una movilidad y funciones físicas peores, la CIPN descontrolaba la habilidad de las mujeres para desempeñar las tareas diarias como levantarse de una silla, subir y bajar escaleras, cocinar y salir de compras. “Lo que era interesante es que los datos mostraban que la neuropatía no causó debilidad muscular, sino más bien creó un efecto distinto en la forma de moverse y de caminar, lo cual probablemente tiene un origen más nervioso”, explicó la doctora Winters-Stone.

Respuesta a los problemas específicos de la neuropatía periférica inducida por quimioterapia

“No hemos hecho un buen trabajo en controlar la CIPN”, dijo la doctora Winters-Stone. “Es posible que esto se deba a que no tenemos herramientas para la detección temprana de la neuropatía”.

Si la CIPN grave se detecta temprano durante el tratamiento activo, los médicos clínicos pueden pensar en hacer cambios al esquema terapéutico, como modificación de las dosis o cambiar a una sustancia diferente de quimioterapia, explicó la doctora Winters-Stone.

Para las supervivientes que han experimentado CIPN por largo tiempo, los investigadores aconsejan a los médicos clínicos que recomienden ejercicios físicos de rehabilitación que puedan compensar la falta de sensibilidad periférica, como los que se concentran en mejorar el equilibrio al moverse y en corregir la forma de caminar.

Los investigadores están trabajando en la actualidad en la creación de un aparato móvil que pueda detectar y cuantificar los síntomas de CIPN inicial. El aparato administra una prueba de vibración que es semejante a otras pruebas de vibración que se usan para diagnosticar la deficiencia sensorial.  El aparato es dirigido por una aplicación de teléfono inteligente que efectúa las pruebas de vibración así como las pruebas de equilibirio clínico y de movilidad; todo esto puede hacerse en casa del paciente.

Al emparejarse las pruebas de vibración y de movilidad permitirá a los clínicos detectar los signos iniciales de la CIPN y determinar si ya empieza a afectar la movilidad y, por lo tanto, la seguridad del paciente, dijo la doctora Winters-Stone.

Resultados de este estudio destacan no solo la importancia de una detección temprana de la CIPN, sino también la necesidad de determinar los mecanismos que están en la base de la evolución de este trastorno, dijo la doctora Temkin, que fue funcionaria médica del NCI.  El Programa Comunitario de Investigación Oncológica del NCI está financiando muchos estudios sobre formas de prevenir y de tratar la CIPN, dijo ella.

“Las sustancias dirigidas de quimioterapia pueden no producir el mismo tipo o grado de CIPN como las quimioterapias citotóxicas”, indicó también la doctora Temkin. Como resultado de eso, dijo ella, “el panorama de la investigación de la CIPN puede cambiar dramáticamente según empiecen los médicos clínicos a usar más sustancias dirigidas como quimioterapia”.

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