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Preparación del escenario para la próxima década de investigación del control de tabaco

, por Dr. Robert T. Croyle

Uno de los mayores peligros a los que nos enfrentamos en salud pública es declarar la victoria prematuramente sobre una mayor amenaza de salud. En ninguna otra parte es esto más cierto que en el caso del uso de tabaco.

Los índices de tabaquismo han descendido precipitadamente en las últimas décadas—un logro monumental que resultó de ejecutar políticas y programas basados en la evidencia, como aumentar los impuestos del tabaco, llevar a cabo leyes exhaustivas de prohibición de fumar y programas para ayudar a fumadores a dejar de fumar.

Pero, habiendo todavía 40 millones de estadounidenses que fuman, aún queda mucho por hacer. Los datos hablan por sí mismos: el uso de tabaco causa al menos 13 diferentes tipos de cáncer y resulta en un tercio de las muertes por cáncer. Causa también enfermedades cardíacas, apoplejía y enfermedades graves de pulmón. De hecho, fumar daña casi todo órgano del cuerpo.

Además del costo en vidas y sufrimiento, el uso del tabaco exige un tributo económico asombroso: USD 170 mil millones en gastos médicos directos y USD 156 mil millones en pérdida de productividad anualmente en los Estados Unidos. Todavía más, la proliferación y el uso de productos emergentes de tabaco, como los cigarrillos electrónicos y narguiles, están creciendo. En 2014, los cigarrillos electrónicos fueron los productos de tabaco más comúnmente usados entre los estudiantes de escuela media (4%) y de secundaria (13%).

El año pasado, en reconocimiento del papel del tabaco como la causa principal de muertes por cáncer que se pueden evitar, el doctor Doug Lowy, director interino del NCI, convocó a un grupo de trabajo de reconocidos expertos en control del tabaco para formular prioridades de investigación que ayuden a dar forma a la cartera futura de investigación del NCI en control del tabaco.

El doctor Lowy encargó específicamente al grupo de trabajo que identificaran y destacaran prioridades de investigación que la Unidad de Investigación de Control del Tabaco del NCI está en una posición particularmente buena de atender en la próxima década, con énfasis en áreas que tienen la mayor posibilidad de ayudar a poner un fin a la epidemia del tabaco y a las enfermedades que causa.

Para asegurar que tendrá una vista completa del panorama actual de control del tabaco, el grupo de trabajo escuchó a dirigentes de otras dependencias federales y de grupos sin fines de lucro que trabajan en el control del tabaco para entender mejor los campos y programas de prioridad de investigación de esos grupos.

Al principio de la primavera de este año, el grupo de trabajo completó su informe y lo presentó a la Junta de Consejeros Científicos del NCI. Como lo indica el informe, “la eliminación del uso de tabaco y de sus daños sin iguales está ahora a nuestro alcance”, pero “lograr este objetivo requerirá de un avance científico significativo, incluyendo adelantos dirigidos por el NCI”.  

Además, el informe dice que la comunidad investigadora necesita considerar los factores clave que ayudan a mantener el uso continuo del tabaco, incluso una población cambiante de quienes usan el tabaco, de los patrones en evolución del uso del tabaco, de productos de tabaco nuevos y diferentes, y un ambiente de políticas complejo y de rápida evolución.

El informe del grupo de trabajo provee una guía completa que ayudará a dirigir nuestros esfuerzos de investigación al seguir adelante. Por ejemplo, recomienda un enfoque en mejorar la eficacia de intervenciones nuevas y existentes de prevención y de cese del tabaquismo, incluso hacer estas intervenciones más accesibles, ya sea por medio de una aplicación de teléfono celular inteligente o en situaciones de atención que no son tradicionales como departamentos de emergencia y centros de tratamiento de salud mental y de abuso de sustancias.

Otra área de prioridad identificada por el grupo de trabajo es el llegar a las poblaciones vulnerables. El grupo de trabajo identificó específicamente a adolescentes y a adultos jóvenes como una población importante en el blanco. Y estudios recientes muestran por qué. El mes pasado, por ejemplo, un estudio patrocinado por el NCI mostró que estudiantes en los dos últimos años de secundaria que nunca habían fumado cigarrillos regulares, pero que habían empezado a usar cigarrillos electrónicos, tenían más probabilidad de empezar a fumar cigarrillos regulares en los 16 meses siguientes que estudiantes que no habían usado cigarrillos electrónicos.

El grupo de trabajo identificó también investigación para responder mejor a las desigualdades raciales y económicas como una principal prioridad, porque la evidencia demuestra claramente que los daños del tabaco no son iguales en todas las poblaciones. Por ejemplo, la gente que solo tiene educación secundaria o menos fuma a un índice del doble de quienes tienen algún título de universidad o más. Los índices del tabaquismo son también sustancialmente más altos en personas cuyos ingresos están por abajo del nivel de pobreza, en ciertos grupos raciales o étnicos, y con problemas de salud mental o de abuso de sustancias.

Dr. Robert T. Croyle, director de la División del Control de Cáncer y Ciencias Demográficas del NCI

Fuente: Instituto Nacional del Cáncer

La investigación existente apoyada por el NCI tiene una muy buena posición para ayudar a lanzar la respuesta del NCI a estas recomendaciones. Estos programas de investigación son la iniciativa de investigación Estatal y Comunitaria de Control de Tabaco, el Estudio de Formación Cognitiva del Cerebro Adolescente (en colaboración con muchas organizaciones federales), y una oportunidad nueva de financiamiento con la intención de promover el cese de fumar en poblaciones de bajos ingresos mediante intervenciones “que pueden escalarse”.

A mitad de los años sesenta, aproximadamente 50% de todos los hombres y 33% de las mujeres en los Estados Unidos fumaban. Hoy en día esos números son aproximadamente 17 y 14%. Ese es un logro tremendo de cualquier modo. Pero podemos y debemos hacer más. 

El NCI está comprometido a trabajar con muchos socios para ayudar a poner un fin a la epidemia del uso de tabaco. Estas recomendaciones—y nuestra habilidad para cumplirlas—son un paso importante en esa dirección.

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