Nota: En esta sección, se resume la evidencia científica publicada sobre la detección de este tipo de cáncer. En el resto del resumen, se describe la evidencia con más detalle.
También están disponibles otros resúmenes del PDQ relacionados: Prevención del cáncer de estómago (gástrico), Tratamiento del cáncer de estómago y Niveles de evidencia de los estudios sobre los exámenes de detección y la prevención del cáncer.
A partir de evidencia razonable, los exámenes de detección con fotofluorografía con bario y pepsinógeno sérico no producen disminución de la mortalidad por cáncer gástrico en áreas con una incidencia relativamente baja de la enfermedad, como los Estados Unidos.[1-4]
Magnitud del efecto: evidencia razonable de que no reducen la mortalidad.
Magnitud del efecto: evidencia insuficiente de que disminuye la mortalidad.
A partir de evidencia sólida, los exámenes de detección producirán efectos secundarios infrecuentes, pero graves, relacionados con la endoscopia, que incluyen perforación, episodios cardiopulmonares, neumonía por aspiración y hemorragias que exigen hospitalización.
Magnitud del efecto: evidencia sólida de perjuicios poco frecuentes, pero graves.
Se estima que, en 2024 en los Estados Unidos, 26 890 personas serán diagnosticadas con cáncer gástrico y 10 880 morirán por esta enfermedad.[1] Dos tercios de las personas diagnosticadas con cáncer gástrico son mayores de 66 años. El cáncer gástrico es la cuarta causa de mortalidad por cáncer en el mundo. La enfermedad es frecuente en lugares como Asia Oriental, Asia del Sur y Asia Central, América del Sur y América Central, y Europa del Este. El cáncer gástrico es una de las causas principales de mortalidad a nivel mundial.[2]
El principal tipo de cáncer gástrico es el adenocarcinoma (95 %). Los demás tumores malignos son linfomas, sarcomas, tumores carcinoides y otros tipos poco frecuentes. Algunas veces es difícil diferenciar entre el adenocarcinoma común y el linfoma infrecuente, pero es importante ya que se presentan grandes diferencias en la estadificación, el tratamiento y el pronóstico.[3] Los adenocarcinomas gástricos se dividen, a su vez, en de tipo intestinal y tipo difuso.[4]Las lesiones de tipo intestinal son, con frecuencia, ulcerosas y se presentan más a menudo en el estómago distal que las de tipo difuso. Las lesiones de tipo difuso se relacionan con un pronóstico más adverso que las de tipo intestinal. El tipo intestinal tiende a ser predominante en las regiones geográficas con una incidencia alta de carcinoma gástrico. La disminución de la incidencia del cáncer gástrico a nivel mundial se produce, sobre todo, por la disminución del número de lesiones de tipo intestinal.[5]
Desde 1930, la incidencia del cáncer gástrico en los Estados Unidos ha disminuido en 4 veces hasta alrededor de 7 casos por 100 000 personas.[1] Las razones de esta sorprendente disminución de la incidencia no se entienden del todo, pero se sospecha que tienen relación con las mejoras en el almacenamiento de los alimentos y con los cambios en la alimentación, como la disminución del consumo de sal. Algunas poblaciones de los Estados Unidos tienen un riesgo elevado, como los pacientes de edad avanzada con gastritis atrófica o anemia perniciosa, los pacientes con adenomas gástricos esporádicos,[2] poliposis adenomatosa familiar[3] o cáncer de colon hereditario no polipósico;[4] así como las poblaciones étnicas inmigrantes procedentes de países con tasas altas de carcinoma gástrico.[5,6]
Los factores de riesgo del cáncer gástrico son la presencia de afecciones precursoras, como la gastritis atrófica crónica y la metaplasia intestinal, la anemia perniciosa y los pólipos adenomatosos gástricos. Los factores genéticos y ambientales son los antecedentes familiares de cáncer gástrico, consumo escaso de frutas y vegetales, consumo de alimentos salados, ahumados o conservados de manera precaria, y consumo de cigarrillos.[7,8] La evidencia de que la infección por Helicobacter pylori tiene una relación estrecha con el inicio y progresión del carcinoma del cuerpo gástrico y el antro, y del linfoma gástrico es uniforme.[9-11] La International Agency for Research on Cancer (IARC) clasifica la infección por H. pylori como causa del carcinoma gástrico no cardial y del linfoma gástrico de células B de tejido linfático asociado a mucosa de grado bajo (es decir, carcinógeno humano de grupo 1).[12,13] En comparación con la población general, las personas con enfermedad de úlcera duodenal tal vez tengan un riesgo más bajo de presentar cáncer gástrico.[14]
Se han propuesto varias técnicas de detección, incluso la fotofluorografía con bario, la endoscopia gástrica y el pepsinógeno sérico, como métodos para la detección temprana del cáncer gástrico. No se han notificado ensayos aleatorizados en los que se evalúe el efecto de los exámenes de detección en la mortalidad por cáncer gástrico.[1,2] Incluso en las áreas de riesgo muy alto, el valor predictivo positivo (VPP) de las pruebas de detección tal vez sea muy bajo. En un programa de detección que contó con 17 647 hombres de entre 40 y 60 años en la ciudad de Wakayama (Japón), el VPP del pepsinógeno sérico combinado con fotofluorografía con bario y radiografía digital en un período de 7 años fue del 0,85 %.[3] Las tasas de resultados positivos de las pruebas fueron del 19,5 % para el pepsinógeno sérico y del 22,5 % para la radiografía, con una tasa de detección del cáncer del 0,28 %. En un período de 7 años, no se observó ninguna reducción de la mortalidad por cáncer gástrico en comparación con la población vecina ajustada por edad.
En Japón, desde la década de 1960, se ha llevado a cabo un programa nacional poblacional de detección del cáncer gástrico mediante fotofluorografía con bario. Las tasas de participación han oscilado solo entre el 10 % y el 20 %.[1,3] A pesar de que se ha presentado una disminución coincidente de la mortalidad por cáncer gástrico en Japón, las tasas de mortalidad han disminuido en muchos países desarrollados sin programas de detección. En estudios de casos y controles en Japón, se observaron disminuciones de la mortalidad gástrica en personas que se habían sometido a exámenes de detección, pero los resultados de estudios prospectivos no fueron uniformes.[1,2]
En Costa Rica, se realizó un estudio piloto comunitario de fotofluorografía con las mismas técnicas que las usadas en el programa nacional de Japón (con consultas a los expertos japoneses).[4] Se envió una invitación por carta a personas de un registro poblacional para participar en 2 ciclos de detección. Se analizaron 6200 participantes aptos para someterse a estos exámenes (de 12 000 planificados). La mortalidad por cáncer gástrico de 2 a 7 años después del examen de detección se comparó con 4 grupos de control a los que no se había invitado a someterse a los exámenes; el riesgo relativo fue de alrededor de 0,5 (no se notificó ningún valor P). Sin embargo, el estudio fue propenso a sesgos grandes, como el sesgo de selección, y a la probable exclusión diferencial de personas con un diagnóstico previo de cáncer gástrico, lo que favoreció a la población sometida a exámenes de detección. Asimismo, a diferencia de los controles de la comunidad, los pacientes diagnosticados con cáncer gástrico mediante el programa de detección se trataron en un solo centro de derivación médica. El VPP de una fluorografía sospechosa fue del 3 %, la especificidad en los 2 ciclos fue del 67 % y el 80 %, y las tasas de positividad fueron del 34 % y el 20 %. A pesar de la convicción de los autores de que los resultados proporcionan evidencia considerable de que los exámenes de detección rutinarios disminuirían la mortalidad por cáncer gástrico, ellos concluyeron que los costos de realizar estos exámenes con fotofluorografía serían bastante altos en su país.
En 1980, en Venezuela comenzó un estudio de detección con fluorografía radiográfica.[5] Se evaluó la eficacia de este programa para disminuir la mortalidad por cáncer gástrico mediante un estudio de casos y controles. En el estudio no se observó una disminución detectable de la mortalidad por cáncer gástrico.
La endoscopia parece ser más sensible que la fotofluorografía en la detección del cáncer gástrico.[6]
En un metanálisis de estudios de detección endoscópica de cáncer gástrico en Asia, se identificaron 10 estudios pertinentes, todos sin aleatorización.[7] Estos estudios se realizaron en Corea del Sur, China y Japón entre 1989 y 2014. De los 10 estudios, en 6 de ellos el grupo de comparación nunca se sometió a exámenes de detección; en 1 estudio, el grupo de comparación se sometió a detección mediante radiografías; y en 3 estudios, el punto de referencia fueron las muertes previstas de acuerdo con las tasas poblacionales. En algunos estudios, la detección endoscópica se realizó como parte de un programa nacional de detección. El cálculo del riesgo relativo (RR) combinado del metanálisis de la mortalidad por cáncer gástrico relacionada con la detección endoscópica fue de 0,60 (intervalo de confianza [IC] 95 %, 0,49–0,73) y, en todos salvo en 1 estudio, se observó un RR individual de 0,72 o menos. Se presentó una heterogeneidad significativa en los estudios (P = 0,001); esto fue debido a que en 1 estudio se presentó un RR mayor que 1 (1,01); al eliminar el estudio desapareció la heterogeneidad significativa (P = 0,14). Los cálculos combinados para los 4 estudios de casos y controles anidados y los 6 estudios de cohortes fueron de 0,60 (IC 95 %; 0,47–0,76) y 0,57 (IC 95 %, 0,39–0,83), respectivamente. El cálculo combinado para los 6 estudios con el grupo de comparación que nunca se sometió a exámenes de detección fue de 0,58 (IC 95 %, 0,48–0,70).
No hay estudios en los que se evalúe el efecto de los exámenes de detección con pepsinógeno sérico en la mortalidad por cáncer gástrico y hay limitaciones importantes en su uso como prueba de detección. Las concentraciones bajas de pepsinógeno sérico indican la presencia de gastritis atrófica y, por lo tanto, es posible aplicarlas a la detección de presuntos precursores del cáncer gástrico de tipo intestinal en lugar del tipo difuso.[3] Asimismo, no hay valores de corte estándar de anomalía.[1,8] Por último, la eliminación de la infección por H. pylori y el uso de los inhibidores de la bomba de protones para el tratamiento de la indigestión cambia las concentraciones de pepsinógeno, lo que dificulta la interpretación de los resultados en el contexto del uso difundido de estas intervenciones.[1,3]
En Japón, un estudio midió las concentraciones de pepsinógeno sérico I y II (PGI y PGII) en 5113 pacientes que también se sometieron a detección por medio de endoscopia (se detectaron 13 cánceres gástricos). En este estudio se usaron valores de corte estándar para identificar el riesgo de cáncer gástrico de menos de 70 ng/ml para el PGI y de menos de 3 ng/ml para el cociente PGI:PGII. Esta combinación arrojó una sensibilidad del 84,6 %, una especificidad del 73,5 %, un VPP del 0,81 % y un valor predictivo negativo del 99,6 %.[9]
Es posible justificar que se someta a exámenes de detección a algunas poblaciones de riesgo alto en los Estados Unidos, aunque se debate bastante sobre qué incidencia haría que los exámenes merecieran la pena. Los posibles subgrupos incluirían pacientes de edad avanzada con gastritis atrófica o anemia perniciosa, pacientes con gastrectomía parcial;[10] pacientes con diagnóstico de adenomas esporádicos,[11]poliposis adenomatosa familiar[12] o cáncer de colon hereditario no polipósico;[13] así como las poblaciones étnicas inmigrantes procedentes de países con tasas altas de carcinoma gástrico.[14,15]
Los perjuicios de los exámenes de detección rutinarios del cáncer gástrico se cuantifican o notifican de forma precaria y se derivan, sobre todo, de las experiencias de estos exámenes en áreas geográficas de riesgo muy alto, como Japón.[1] El perjuicio más frecuente es la aparición de resultados positivos falsos en las pruebas.[2] La exposición a dosis bajas de radiación (cerca de 0,6 mSv en la fotofluorografía) supone un riesgo teórico, pero cuantificado de manera precaria, de presentar carcinogenia. Otras complicaciones poco frecuentes de los exámenes de detección incluyen efectos adversos de la premedicación (usada para la endoscopia y, algunas veces, para la fotofluorografía) hemorragia o perforación por la endoscopia.[1] Al igual que con cualquier prueba de detección, es posible que se produzca un sobrediagnóstico con el sobretratamiento correspondiente. Dado que los perjuicios, como la perforación y la hemorragia, tal vez cambien en función de la experiencia del centro que realice los exámenes de detección, los perjuicios quizás sean mayores en las poblaciones con riesgo bajo de cáncer gástrico, como los Estados Unidos, que en los programas de detección masivos de Japón.
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PDQ® sobre los exámenes de detección y la prevención. PDQ Exámenes de detección del cáncer de estómago (gástrico). Bethesda, MD: National Cancer Institute. Actualización: <MM/DD/YYYY>. Disponible en: https://www.cancer.gov/espanol/tipos/estomago/pro/deteccion-estomago-pdq. Fecha de acceso: <MM/DD/YYYY>.
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