Estrés y cáncer

¿Qué es el estrés y cómo responde el cuerpo al estrés?

El estrés, que también se conoce como estrés psicológico, describe lo que las personas sienten en momentos de tensión mental, física o emocional. Los factores estresantes surgen de las responsabilidades y rutinas diarias de las personas, como el trabajo, la familia y las finanzas. Otros factores estresantes son externos, como la adversidad en la vida temprana, la exposición a ciertas condiciones ambientales, la pobreza, la discriminación y las desigualdades en los determinantes sociales de la salud. Los problemas graves de salud, como el diagnóstico de cáncer de la persona, un amigo cercano o un familiar, también causan estrés. 

El cuerpo responde a los factores estresantes externos liberando las hormonas del estrés (como la epinefrina y la norepinefrina) que aumentan la presión arterial, la frecuencia cardíaca y las concentraciones de azúcar en la sangre. Esta reacción de alarma activa en la persona un mecanismo de supervivencia que produce una respuesta intensa y rápida al percibir una amenaza de la que debe escapar.

Aunque esta reacción de alarma ayuda al cuerpo a controlar el estrés del momento, es dañina cuando la causa el estrés crónico. En los estudios de investigación, se demostró que las personas con estrés crónico tienen problemas digestivos, enfermedades cardíacas, presión arterial alta y debilitamiento del sistema inmunitario. Las personas con estrés crónico son más propensas a tener dolores de cabeza, problemas para dormir, dificultad para concentrarse, depresión y ansiedad, e infecciones por virus (como el SARS-CoV-2, que causa la COVID-19) (1).

¿Puede el estrés causar cáncer?

Aunque el estrés crónico conduce a muchos problemas de salud, no está claro si se relaciona con el cáncer. Hasta la fecha, se observaron resultados inconsistentes en los estudios. Por ejemplo, 

  • en un estudio de casos y controles en hombres canadienses, se encontró una asociación entre el estrés relacionado con el trabajo y el riesgo de cáncer de próstata; sin embargo, en un otro estudio similar no se encontró esta asociación (2, 3). 
  • en un estudio prospectivo de más de 100 000 mujeres del Reino Unido, no se informó ninguna asociación entre el riesgo de cáncer de mama (seno) y los niveles de estrés o las situaciones adversas en la vida percibidos en los 5 años anteriores (4).
  • en un estudio prospectivo de 15 años de duración con mujeres australianas con mayor riesgo de cáncer de mama familiar, no se encontró una asociación entre los factores estresantes agudos y crónicos, el apoyo social, el optimismo u otras características emocionales, y el riesgo de cáncer de mama (5). 
  • en un metanálisis de 2008 de 142 estudios prospectivos cuyos participantes eran personas de Asia, Oceanía, Europa y América, el estrés se asoció con una incidencia más alta de cáncer de pulmón (6). 
  • en un metanálisis de 2019 de 9 estudios de observación realizados en Europa y América del Norte, también se asoció el estrés laboral con el riesgo de cáncer de pulmón, colorrectal y de esófago (7). 
  • en un metanálisis de 12 estudios de cohortes realizados en Europa, no se encontró ningún vínculo entre el estrés laboral y el riesgo de cáncer de pulmón, colorrectal, mama o próstata (8). 

Incluso cuando el estrés parece vincularse con el riesgo de cáncer, la relación podría ser indirecta. Por ejemplo, es posible que las personas con estrés crónico adopten comportamientos poco saludables, como fumar, comer en exceso, volverse menos activas o beber alcohol. Estos comportamientos, a su vez, se relacionan con un mayor riesgo de tener algunos tipos de cáncer.

¿Cómo afecta el estrés a las personas con cáncer?

En los estudios de laboratorio en modelos animales y células cancerosas humanas cultivadas en el laboratorio se comprobó que el estrés crónico quizás empeore y disemine (metástasis) el cáncer (911). Por ejemplo, en algunos estudios se demostró que, cuando los ratones con tumores humanos se confinaban o aislaban de otros ratones (condiciones que aumentan el estrés), era más probable que hubiera crecimiento tumoral y metástasis (10, 12). 

En los estudios de laboratorio se descubrió que la norepinefrina, que el cuerpo libera como parte de la reacción de alarma ante el peligro, estimula la angiogénesis y la metástasis (10). Esta hormona también quizás active también los neutrófilos, un tipo de célula inmunitaria. En algunos casos, los neutrófilos favorecen el crecimiento de los tumores al protegerlos del sistema inmunitario del cuerpo; también es posible que "despierten" células cancerosas latentes (13).

Es posible que el estrés crónico también provoque la liberación de una clase de hormonas esteroides llamadas glucocorticoides. Los glucocorticoides a veces inhiben un tipo de muerte de células tumorales llamada apoptosis y aumentan la metástasis y la resistencia a la quimioterapia (14). Además, tal vez impidan que el sistema inmunitario del cuerpo reconozca y combata las células cancerosas (15). 

Aunque en algunos estudios se informó una disminución en la supervivencia de las personas con cáncer que tienen estrés (6, 16, 17), en general, los datos de que el estrés afecta directamente la supervivencia aún no son concluyentes (10).

¿Cómo aprenden las personas con cáncer a afrontar el estrés?

El apoyo emocional y social ayuda a los pacientes a aprender a hacer frente al estrés. Recibir apoyo disminuye los niveles de depresión, la ansiedad y los síntomas relacionados con la enfermedad y el tratamiento. En la página Los sentimientos y el cáncer se ofrecen consejos para afrontar las múltiples emociones que surgen con el cáncer.

Hay algunas pruebas de que manejar bien el estrés mediante el apoyo social se asocia con mejores desenlaces clínicos para las personas con cáncer de mama (10). El apoyo social también se relacionó con concentraciones más bajas de hormonas vinculadas al estrés que promueven la progresión tumoral en el cáncer de ovario (10, 18). 

Otra manera de lidiar con el estrés es realizar actividad física. En un informe de la Mesa Redonda Internacional Multidisciplinaria del Colegio Estadounidense de Medicina Deportiva de 2018 sobre Actividad Física y Prevención y Control del Cáncer, se encontraron pruebas “suficientes” para concluir que la actividad física de intensidad moderada durante y después del tratamiento del cáncer disminuye la ansiedad y los síntomas depresivos de los sobrevivientes de cáncer (19). También hay pruebas que indican que la actividad física sirve para prevenir la depresión de los sobrevivientes de cáncer infantil (20).

Las personas que sienten mucho estrés tras un diagnóstico de cáncer podrían hacer una consulta médica y pedir que las deriven a un profesional de salud mental. De hecho, algunas organizaciones de expertos recomiendan que todos los pacientes con cáncer se evalúen poco después del diagnóstico mediante una herramienta adecuada, como una escala o cuestionario de estrés psicológico, así como durante y después del tratamiento (21, 22), para evaluar si necesitan ayuda para controlar el estrés o corren riesgo de sufrirlo (23).

El tratamiento del sufrimiento, la depresión y la ansiedad importantes que supervisa un profesional de salud mental podría incluir psicoterapia (terapia de conversación), antidepresivos u otros medicamentos. La elección del tratamiento se debe personalizar; lo ideal es que sea una decisión conjunta entre el paciente y el profesional médico. 

Los investigadores estudian nuevos enfoques psicoterapéuticos para disminuir los síntomas depresivos como la angustia y la desesperanza en personas con cáncer. En un estudio clínico aleatorizado de personas con un diagnóstico reciente de cáncer avanzado, entre tres y seis sesiones de una intervención de psicoterapia personalizada disminuyeron los síntomas de depresión (24). Los resultados del estudio también indican que este enfoque podría ayudar a evitar la aparición de la depresión en las personas con enfermedad en etapa avanzada.

En otro estudio clínico aleatorizado, se usaron dos tipos de intervenciones de terapia cognitiva basada en la atención plena: consulta presencial y teleconsulta. Estas se compararon con el tratamiento convencional para evaluar si disminuía el estrés psicológico en las personas con cáncer (25). Ambas intervenciones disminuyeron factores angustiantes, como el miedo a que el cáncer volviera, y aumentaron la calidad de vida relacionada con la salud mental, las habilidades de atención plena y el bienestar mental.

En estudios de investigación académica recientes sobre el potencial terapéutico de las drogas psicodélicas, se obtuvieron pruebas preliminares del posible papel de la psicoterapia asistida con psilocibina para tratar la ansiedad, la depresión y la angustia existencial relacionadas con el cáncer (26).

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