En los Estados Unidos, la incidencia anual de cánceres de tiroides es de 10,7 casos por millón en personas de 0 a 19 años. La incidencia es más alta en las mujeres que en los hombres (17,6 vs. 4,1 casos por millón de personas, respectivamente) y más baja en las personas negras que en las personas blancas (3,9 vs. 11,8 casos por millón de personas, respectivamente). Representa cerca del 6 % de todos los cánceres en este grupo de edad.[1] La incidencia de cáncer de tiroides es más alta en adolescentes de 15 a 19 años (34,4 casos por millón de personas) y representa cerca del 14 % de todos los cánceres que se presentan en este grupo de más edad.[1] La tendencia hacia tumores más grandes indica que el examen diagnóstico minucioso no es la única explicación de los resultados observados.[2]
En 2 estudios de tendencia temporal que usaron la base de datos del Programa de Vigilancia, Epidemiología y Resultados Finales (SEER), se observó un aumento del 2 % y del 3,8 % anual en la incidencia del carcinoma de tiroides diferenciado en niños, adolescentes y jóvenes en los períodos entre 1973 y 2011, y 1984 y 2010, respectivamente.[2,3] Los datos más recientes del National Childhood Cancer Registry muestran un aumento promedio anual de las tasas de incidencia del 1,2 % entre 2012 y 2021, sin cambios en la supervivencia.[1] Se ha documentado una tendencia similar en otros países.[4,5]
El subtipo papilar es el subtipo más común de cáncer de tiroides infantil y representa cerca del 60 % de los casos, seguido del subtipo papilar de variante folicular (20–25 %), el subtipo folicular (10 %) y el subtipo medular (<10 %). El subtipo anaplásico se presenta en menos del 1 % de los carcinomas de tiroides en pediatría. La incidencia del subtipo papilar y su variante folicular alcanza su máximo entre los 15 y los 19 años de edad. La incidencia de cáncer de tiroides medular es más alta en niños de 0 a 4 años y disminuye a edades más avanzadas (consultar la Figura 1).[6]
La prevalencia de nódulos tiroideos benignos en la niñez se ha estimado en alrededor del 0,5 % al 2 %.[7] Sin embargo, los nódulos tiroideos en los niños tienen un riesgo más alto de convertirse en una neoplasia maligna (22–26 %) que los nódulos tiroideos en los adultos (5–15 %).[8] La evaluación inicial de un niño o adolescente con nódulo tiroideo incluye los siguientes procedimientos:
Los resultados de la AAF se clasifican de acuerdo con los 6 niveles del Sistema Bethesda para informar la citopatología de tiroides (consultar el Cuadro 1).[8]
Categoría Bethesda | Categoría citopatológica | Tasa de neoplasias malignas | Tratamiento recomendado |
---|---|---|---|
AAF = aspiración con aguja fina. | |||
aReproducción autorizada de Journal of Pediatric Surgery, Volumen 55, Número 11, Emily R. Christison-Lagay, Reto M. Baertschiger, Catherine Dinauer, Gary L. Francis, Marcus M. Malek, Timothy B Lautz, Jennifer H. Aldrink, Christa Grant, Daniel S. Rhee, Peter Ehrlich, Roshni Dasgupta, Shahab Abdessalam, Pediatric differentiated thyroid carcinoma: Actualización del APSA Cancer Committee, páginas 2273–2283, Derechos de autor (2020), autorizado por Elsevier.[8] | |||
I | No diagnóstica o inadecuada | 1–5 % | Repetición de la AAF (otras opciones: vigilancia continua con ecografía, lobectomía) |
II | Benigna | 0–10 % | Si es pequeño, serie de ecografías; si es >4 cm, lobectomía |
III | Atipia o lesión folicular de significado indeterminado | 0–44 % | Prueba genética molecular, lobectomía si no hay mutación preocupante, tiroidectomía si hay mutación en BRAF o una fusión |
IV | Neoplasia folicular | 60–71 % | Prueba genética molecular, lobectomía si no hay mutación preocupante, tiroidectomía si hay mutación en BRAF o una fusión |
V | Sospecha de neoplasia maligna | 70–86 % | Tiroidectomía total, con disección central del cuello o sin esta |
VI | Maligna | 97–100 % | Tiroidectomía total, con disección central del cuello o sin esta |
Si bien las pruebas moleculares de los nódulos tiroideos podrían ser útiles para el diagnóstico del carcinoma de tiroides papilar, no hay evidencia que respalde su uso.[7]
Los factores de riesgo del cáncer de tiroides diferenciado en pediatría son los siguientes:
El carcinoma de tiroides papilar es el de carcinoma de tiroides que se diagnostica con más frecuencia después de la exposición a la radiación.[5] A menudo se encuentran alteraciones moleculares, incluso reordenamientos intracromosómicos; entre estos, los reordenamientos de RET son los más comunes.[5]
Los pacientes con cáncer de tiroides por lo general presentan una masa tiroidea con adenopatía cervical indolora o sin ella.[10] Según los antecedentes médicos y familiares y los hallazgos clínicos, es posible que el cáncer de tiroides forme parte de un síndrome de predisposición tumoral, como la poliposis relacionada con APC, el síndrome de hamartoma tumoral PTEN, el complejo de Carney, el síndrome de Werner o el síndrome DICER1.[8,9]
En el cáncer de tiroides bien diferenciado, se encontró que el sexo masculino, el tamaño tumoral más grande y las metástasis a distancia son factores pronósticos importantes de mortalidad temprana. Sin embargo, incluso los pacientes del grupo de riesgo más alto que presentaron metástasis a distancia tuvieron una tasa de supervivencia del 90 %.[11]
Además, se notificaron las siguientes observaciones:
En una revisión de la National Cancer Database, se encontró que los pacientes de 21 años o menos de familias de bajos recursos y aquellos que no tenían seguro médico, tuvieron un mayor tiempo de espera entre el diagnóstico y el tratamiento del cáncer de tiroides bien diferenciado y presentaron un estadio más avanzado de la enfermedad.[21]
En una revisión retrospectiva de una sola institución se analizó el efecto de la enfermedad multifocal en el momento de la presentación en pacientes con carcinoma de tiroides papilar.[22] En el estudio se compararon 283 niños y adolescentes con 5564 adultos. La enfermedad multifocal fue menos común en niños y adolescentes con carcinoma de tiroides papilar (45 %; 127 de 283 pacientes) que en adultos (54 %; 3023 de 5564 adultos; P = 0,002). No hubo diferencias significativas en la probabilidad de no presentar recidiva a 5 años y la tasa de supervivencia general (SG) fue del 100 % en ambos grupos. No hubo diferencias significativas en la probabilidad a 5 años de ausencia de carcinoma de tiroides papilar en el lóbulo contralateral entre los pacientes con enfermedad unifocal y enfermedad multifocal tratados con lobectomía. Los autores concluyeron que la enfermedad multifocal no justifica una tiroidectomía completa en niños y adolescentes seleccionados para lobectomía.
En un estudio de una sola institución se compararon las gammagrafías diagnósticas de todo el cuerpo con 131I y las concentraciones de tiroglobulina estimulada (sTg) como factores predictivos de metástasis a distancia en niños con carcinoma de tiroides papilar.[23] Se hizo un seguimiento de 142 pacientes (mediana de edad, 14,6 años; intervalo, 4–18 años) durante 9,5 (±7,2) años y se los clasificó de acuerdo con el riesgo de recidiva de la American Thyroid Association como de riesgo bajo (28 %), intermedio (16 %) o alto (56 %). En 127 de estos pacientes se evaluó la sTg. Un valor de la sTg de 21,7 ng/dl produjo una sensibilidad del 88 % para predecir metástasis a distancia, en comparación con el 30 % de las gammagrafías diagnósticas de todo el cuerpo con 131I. La especificidad fue del 60 % para las concentraciones de sTg y del 100 % para las gammagrafías diagnósticas de todo el cuerpo con 131I. En el 42 % de los pacientes se observaron discrepancias entre los resultados de las gammagrafías de todo el cuerpo con 131I en el momento del diagnóstico y las gammagrafías de todo el cuerpo con 131I después del tratamiento con yodo radiactivo. En los pacientes de riesgo alto, las concentraciones de sTg permitieron identificar a aquellos que tendrían metástasis a distancia con mejor exactitud diagnóstica que mediante las gammagrafías de todo el cuerpo con 131I.
Los tumores de tiroides se clasifican como adenomas o carcinomas.[9,24] Los adenomas son nódulos encapsulados benignos, bien circunscritos que a veces causan un agrandamiento importante de toda la glándula o parte de esta y que se extiende a ambos lados del cuello. Algunos tumores segregan hormonas. Es posible que la transformación a un carcinoma maligno comience en algunas células que proliferan y se diseminan a los ganglios linfáticos del cuello o a los pulmones. Casi el 20 % de los nódulos tiroideos en los niños son malignos.[9]
A menudo se llaman carcinomas de tiroides diferenciados a los carcinomas papilares y foliculares. La clasificación patológica de los carcinomas de tiroides diferenciados se basa en definiciones estándar establecidas por la Organización Mundial de la Salud, y los criterios son los mismos para niños y adultos. Los desenlaces a largo plazo en niños y adolescentes con carcinoma de tiroides diferenciado son excelentes, con tasas de supervivencia a 10 años superiores al 95 %.[9,25,26]
La oncogénesis en la tiroides y la progresión de los carcinomas de células foliculares de tiroides (carcinoma de tiroides diferenciado, carcinoma de tiroides papilar poco diferenciado y carcinoma de tiroides anaplásico) se explican mediante un proceso de pasos múltiples que resulta en la activación anómala de las vías de señalización MAPK o PI3K/PTEN/AKT. Los estudios genómicos exhaustivos que se llevaron a cabo durante la última década han definido el panorama de estos tumores, así como también las correlaciones entre genotipo y fenotipo. Con el empleo de técnicas de secuenciación avanzada, se encuentran alteraciones oncógenas en más del 90 % de los tumores.[29]
Las variantes oncoiniciadoras más comunes son las de los genes BRAF y RAS, seguidas de las fusiones de genes que comprometen RET o NTRK:[8,30,31]
La presencia de BRAF V600E se relacionó con la diseminación extratiroidea del tumor y el aumento del riesgo de recidiva. Sin embargo, su importancia pronóstica es controvertida. Los tumores que presentan BRAF V600E parecen exhibir un perfil inmunodepresor amplio con expresión alta del ligando de muerte programada 1 (PD-L1).[8,31]
En un análisis retrospectivo de 80 pacientes brasileños menores de 18 años con carcinoma de tiroides papilar, se identificaron fusiones AGK::BRAF y variantes de un solo nucleótido BRAF V600E.[32] Las fusiones AGK::BRAF, que se encuentran en el 19 % de los pacientes pediátricos con carcinoma de tiroides papilar, se relacionaron con metástasis a distancia y menor edad. Las variantes BRAF V600E, que se encuentran en el 15 % de los pacientes pediátricos con carcinoma de tiroides papilar, se relacionaron con mayor edad y tumores más grandes.
En una revisión retrospectiva se identificaron 113 tumores positivos para una fusión de RET entre 993 pacientes con carcinoma de tiroides papilar.[33] Los tumores positivos para fusión de RET fueron 3 veces más frecuentes en pacientes pediátricos y adolescentes (29,8 %) que en pacientes adultos (8,7 %). Se identificaron 20 tipos de fusiones de RET. Los carcinomas positivos para fusión de RET se relacionaron con un comportamiento tumoral agresivo, incluso tasas altas de metástasis ganglionares (75,2 %) y de metástasis a distancia (18,6 %). Estas tasas fueron significativamente más altas que en los carcinomas con fusiones de NTRK, variantes BRAF V600E y variantes de RAS. Las metástasis locales y a distancia también se encontraron con frecuencia en los pacientes con microcarcinomas positivos para fusiones de RET. Las recidivas verdaderas fueron infrecuentes (2,4 %) y solo se presentaron en adultos. Las tasas de supervivencia específicas de la enfermedad fueron del 99 % a los 2 años, del 96 % a los 5 años y del 95 % a los 10 años.
En un estudio se correlacionó el estado de los puntos calientes con variantes de DICER1 con las características clínicas, histológicas y de desenlace en una serie de 56 pacientes pediátricos con carcinomas de tiroides papilares. Estos pacientes no tenían antecedentes clínicos ni familiares de manifestaciones sindrómicas relacionadas con DICER1.[36] De los carcinomas de tiroides papilares, 15 (27 %) albergaban la variante BRAF p.V600E, mientras que 8 (14 %) presentaban variantes de DICER1, sin variantes BRAF p.V600E asociadas. Se identificaron variantes de DICER1 en los exones 26 y 27. También se observó una nueva variante D1810del (c.5428_5430delGAT). En el estudio se confirmó la ausencia de variantes de DICER1 en puntos calientes del DNA del tejido no tumoral emparejado en los 8 carcinomas de tiroides papilares relacionados con DICER1. También se concluyó que la mayor incidencia en pacientes mujeres y el número elevado de carcinomas de tiroides papilares con patrón folicular de riesgo bajo son características de los carcinomas de tiroides papilares relacionados con DICER1.
En un estudio se obtuvo el perfil de miRNA de 20 muestras de tejido tiroideo no neoplásico, 8 muestras de tejido adenomatoso y 60 muestras de tejido con cáncer de tiroides pediátrico, 8 de los cuales presentaban variantes de RNasa IIIb de DICER1. Todos los cánceres de tiroides diferenciados con variantes de DICER1 eran foliculares, 6 eran cánceres de tiroides papilares de variante folicular y 2 eran cánceres de tiroides foliculares.[37]
Otras de las alteraciones son las siguientes:[8,31]
Al analizar los tumores con características histológicas similares, la gama de alteraciones genéticas somáticas difiere entre niños y adultos, en la siguiente forma:[29,30,38,39]
Las opciones de tratamiento del carcinoma de tiroides papilar y folicular (diferenciado) son las siguientes:
Debido a que no es frecuente el cáncer de tiroides diferenciado en los niños, es muy recomendable centralizar la atención en sitios especializados.[6,9,24]
En 2015, la American Thyroid Association (ATA) Task Force on Pediatric Thyroid Cancer publicó directrices para el tratamiento de los nódulos tiroideos y el cáncer de tiroides diferenciado en niños y adolescentes. Estas directrices se basan en la evidencia científica y en opiniones de paneles de expertos con una evaluación cuidadosa del nivel de evidencia.[9] En 2020 y 2022, el Comité del Cáncer de la American Pediatric Surgery Association y la European Thyroid Association (ETA) revisaron y ampliaron las directrices de la ATA mediante la incorporación de la evidencia más reciente.[24] En las siguientes secciones de este resumen se provee una idea general de las directrices de la ATA y de las modificaciones propuestas; lo que se presenta aquí no tiene el respaldo específico del Instituto Nacional del Cáncer (NCI).
Los factores que se deben considerar para la evaluación preoperatoria son los siguientes:
La tiroidectomía total es el tratamiento esencial del carcinoma de tiroides diferenciado. Lo ideal es que la cirugía de tiroides en los niños la lleve a cabo un cirujano que tenga experiencia en procedimientos endocrinos en niños y en un hospital que cuente con toda la gama de especializaciones pediátricas. La ATA recomienda que la tiroidectomía la haga un cirujano de tiroides experimentado (>30 casos/año) o que se opte por un abordaje multidisciplinario entre un cirujano pediátrico y un cirujano de adultos endocrino o de cabeza y cuello.[6,9]
La tiroidectomía total es el tratamiento recomendado para los pacientes con carcinoma papilar o folicular. La recomendación del panel de expertos de la ATA se basa en datos que indican un aumento de incidencia de enfermedad bilateral (30 %) y multifocal (65 %).[6,9]
En los pacientes con un tumor unilateral pequeño confinado a la glándula tiroidea, se podría considerar una tiroidectomía subtotal, en la que se deja una pequeña cantidad de tejido tiroideo (<1–2 %) en el punto de entrada del nervio laríngeo recurrente o de las glándulas paratiroideas superiores, lo que disminuye el daño permanente en esas estructuras.[40]
En un análisis retrospectivo se identificaron factores relacionados con el compromiso bilateral de la tiroides en 115 pacientes pediátricos con cáncer de tiroides bien diferenciado.[41] Se presentó enfermedad bilateral en 47 de 115 participantes (41 %). En el análisis multivariante, solo la multifocalidad en el lóbulo primario se relacionó de forma independiente con la enfermedad bilateral (OR, 7,61; IC 95 %, 2,44–23,8; P < 0,001). Entre los pacientes sin compromiso ganglionar desde el punto de vista clínico que presentaban carcinoma papilar sin multifocalidad tumoral en el lóbulo primario, 5 de 32 pacientes (16 %) tenían enfermedad bilateral. Los autores concluyeron que en los niños con cáncer de tiroides diferenciado, la multifocalidad tumoral en el lóbulo primario se relaciona con enfermedad bilateral, y recomendaron considerar de inmediato la tiroidectomía completa después de la lobectomía inicial.
En otro análisis retrospectivo multicéntrico se evaluó la prevalencia y los factores de riesgo de la enfermedad multifocal en 212 pacientes pediátricos con carcinoma de tiroides papilar.[42] La media de edad en el momento del diagnóstico fue de 14,1 años y 23 pacientes tenían 10 años o menos. Un total de 173 pacientes (82 %) eran mujeres. En 98 casos (46 %) se observó enfermedad multifocal de cualquier proporción, y en 73 casos (34 %) enfermedad multifocal bilateral. Los factores predictivos de la enfermedad multifocal y multifocal bilateral fueron la edad de 10 años o menos, el estadio tumoral T3 y el estadio ganglionar N1b. Los autores llegaron a la conclusión de que deben tenerse en cuenta estos factores de riesgo y la alta prevalencia de la enfermedad multifocal al evaluar los riesgos y beneficios de las opciones de tratamiento quirúrgico en pacientes pediátricos con carcinoma de tiroides papilar.
Las resecciones tiroideas que no llegan a ser una tiroidectomía total se relacionan con tasas de recidiva hasta 10 veces mayores. La tiroidectomía total también permite mejorar el uso del yodo radiactivo para las pruebas de imágenes y el tratamiento.
Se debe realizar una disección terapéutica de los ganglios linfáticos centrales cuando hay indicios clínicos de metástasis centrales o laterales en el cuello.[13]
En los pacientes sin evidencia clínica de invasión extratiroidea macroscópica o metástasis locorregional, se puede considerar una disección profiláctica central del cuello según la focalidad del tumor y el tamaño del tumor primario. Sin embargo, debido al aumento de mortalidad relacionada con la disección de ganglios linfáticos centrales, es importante evaluar caso por caso los riesgos y beneficios según el alcance de la disección.[43]
La disección radical modificada del cuello se reserva para la enfermedad metastásica que se ha comprobado mediante biopsia en el compartimento lateral (niveles II, III, IV y V). Se recomienda la confirmación citológica de enfermedad metastásica en los ganglios linfáticos laterales del cuello antes de la cirugía.
No se recomienda la disección profiláctica rutinaria lateral de los ganglios linfáticos del cuello.
Pese a los datos limitados en el entorno pediátrico, la ATA Task Force recomienda el uso del sistema de clasificación de tumor, ganglio linfático y metástasis (TNM) para asignar a los pacientes a 1 de 3 grupos de riesgo.[9] Esta estrategia de clasificación permite definir el riesgo de enfermedad cervical persistente y ayuda a determinar qué pacientes se deben someter a estadificación posoperatoria para establecer la presencia de metástasis a distancia.
Para obtener más información sobre el sistema TNM, consultar la sección Información sobre los estadios del cáncer de tiroides en Tratamiento del cáncer de tiroides.
Después de la resección quirúrgica, la enfermedad se estadifica según los hallazgos operatorios para identificar a los pacientes con enfermedad persistente y aquellos con riesgo intermedio o alto de recidiva. La estadificación inicial se deberá realizar dentro de las 12 semanas posteriores a la cirugía para evaluar si hay indicios de enfermedad locorregional persistente e identificar a los pacientes con más probabilidades de beneficiarse de la terapia adicional con 131I. Los niveles de riesgo pediátrico establecidos por la ATA ayudan a determinar el alcance de las pruebas posoperatorias.[9] El estudio por imágenes estándar para el seguimiento de pacientes que se trataron por carcinoma de tiroides diferenciado es la ecografía del cuello. Esta ecografía la debe realizar un profesional con experiencia en este procedimiento en niños. La sensibilidad y la especificidad de la ecografía de cuello para el carcinoma de tiroides diferenciado recidivante en el seguimiento de los niños tratados con tiroidectomía total son del 85,7 % y del 89,4 %, respectivamente.[6]
En los pacientes con anticuerpos antitiroglobulina, se debe demorar la estadificación posoperatoria para dar tiempo a la depuración de anticuerpos, excepto para pacientes con enfermedad T4 o M1.
El objetivo del tratamiento con 131I es disminuir la recidiva y la mortalidad mediante la eliminación de la enfermedad ávida de yodo.[6,9]
Los efectos tardíos del tratamiento con 131I, aunque son poco frecuentes, incluyen disfunción de las glándulas salivales, inhibición de la médula ósea, fibrosis pulmonar y segundas neoplasias malignas.[44]
Evidencia (ablación con yodo radiactivo):
La ETA ha propuesto un plan de seguimiento simplificado que se basa en las concentraciones de tiroglobulina y la ecografía del cuello (consultar la Figura 4).[6]
A pesar de presentar una enfermedad más avanzada que los adultos en el cuadro clínico inicial, los niños con cáncer de tiroides diferenciado por lo general tienen una supervivencia excelente con relativamente pocos efectos secundarios.[25,47,48] Por esta razón, el tratamiento de la enfermedad persistente o recidivante se debe planear caso por caso y considerar cuidadosamente los posibles riesgos y beneficios del tratamiento. En los niños con supresión de TSH y concentraciones de tiroglobulina persistentes, pero que no aumentan, se recomienda la ecografía de cuello; en el caso de que esta sea negativa, quizás se deba considerar la gammagrafía con 123I y estimulación de TSH. Si no se encuentra enfermedad residual o recidivante, se debe medir la tiroglobulina sérica y los anticuerpos antitiroglobulina en suero cada 3 a 6 meses. Se puede considerar la posibilidad de repetir el tratamiento con 131I en los pacientes con focos cervicales pequeños (es decir, <1 cm) o en los pacientes con enfermedad cervical que no se puede ver en las imágenes transversales. Sin embargo, quizás también sea una práctica segura someter a vigilancia a estos pacientes mientras se mantiene la supresión de TSH. La enfermedad cervical macroscópica se debe extirpar mediante cirugía si se puede lograr de manera inocua. Es posible que los niños con metástasis pulmonares continúen experimentando los efectos de la terapia dirigida a 131I después del tratamiento durante años, y una concentración indetectable de tiroglobulina no debe ser el objetivo principal de los esfuerzos de tratamiento. Hasta un tercio de los pacientes exhiben enfermedad persistente pero estable después de la ablación con yodo radiactivo. El tratamiento se debe considerar solo en pacientes que muestren signos de progresión.[9,24]
Las opciones de tratamiento del carcinoma de tiroides papilar y folicular recidivante incluyen las siguientes:
La ablación con yodo radiactivo 131I suele ser eficaz después de la recidiva.[49]
En los pacientes con enfermedad resistente al tratamiento con 131I, las terapias moleculares dirigidas con inhibidores de tirosina–cinasas (ITC) a veces son una alternativa de tratamiento.
Los ITC con eficacia documentada para el tratamiento de adultos son los siguientes:
Los datos específicos para pediatría son escasos. Sin embargo, en un informe de caso, el sorafenib produjo una respuesta radiográfica en un paciente de 8 años con carcinoma de tiroides papilar metastásico.[51]
Se notificó que 3 niños con carcinoma de tiroides papilar resistente al yodo radiactivo presentaron una respuesta clínica al lenvatinib.[53]
Para obtener más información, consultar Tratamiento del cáncer de tiroides.
La información en inglés sobre los ensayos clínicos patrocinados por el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) se encuentra en el portal de Internet del NCI. Para obtener información en inglés sobre ensayos clínicos patrocinados por otras organizaciones, consultar el portal de Internet ClinicalTrials.gov.
El carcinoma de tiroides medular es una forma rara de carcinoma de tiroides que se origina en las células C parafoliculares secretoras de calcitonina y representa menos del 10 % de todos los casos de carcinoma de tiroides en niños.[1]
En los niños, el carcinoma de tiroides medular por lo general se relaciona con variantes patogénicas germinales de RET en el contexto del síndrome de neoplasia endocrina múltiple de tipo 2 (NEM2 o MEN2).[2] En la edad pediátrica, el carcinoma de tiroides medular se asocia a una variante de ganancia de función hereditaria o de novo en el protooncogén RET que se relaciona con NEM2A o NEM2B, según la variante específica.[3] En los pacientes con síndromes de NEM, el cáncer de tiroides a veces se relaciona con la aparición de otros tipos de tumores malignos. Para obtener más información, consultar Tratamiento de los síndromes de neoplasia endocrina múltiple infantiles y el resumen en inglés Multiple Endocrine Neoplasia Type 2 (MEN2).
En un estudio de una sola institución se analizó de manera retrospectiva a 144 pacientes de 21 años o menos con carcinoma de tiroides medular que se presentaron entre 1961 y 2019.[4] El objetivo del estudio fue comparar a los pacientes que tenían carcinoma de tiroides medular esporádico con aquellos que tenían carcinoma de tiroides medular hereditario. En contraste con el carcinoma de tiroides medular hereditario (n = 124, 86 %), los pacientes con carcinoma de tiroides medular esporádico (n = 20, 14 %) eran mayores (P < 0,0001) y tenían tumores más grandes (P < 0,0001), un estadio inicial más alto (P = 0,001), más enfermedad estructural (P = 0,0045) y más metástasis a distancia (P = 0,00084) en el último seguimiento. A pesar de eso, los pacientes con carcinoma de tiroides medular esporádico no tuvieron más probabilidades de morir por la enfermedad (P = 0,42).
Los niños con cáncer de tiroides por lo general presentan una masa tiroidea con adenopatía cervical indolora o sin ella.[5] Según los antecedentes médicos y familiares y los hallazgos clínicos, el cáncer de tiroides a veces forma parte de un síndrome de predisposición tumoral como la NEM.[6,7]
Los niños con carcinoma de tiroides medular presentan una evolución clínica de gran malignidad; el 50 % de los pacientes tienen metástasis hematógenas en el momento del diagnóstico.[8]
En una revisión de 430 pacientes de 0 a 21 años con cáncer de tiroides medular, se notificó que el pronóstico más precario se relacionó con edad más avanzada (16–21 años) en el momento del diagnóstico, tumor de más de 2 cm de diámetro, márgenes positivos después de la tiroidectomía total y metástasis ganglionares.[9]
Entre 1997 y 2019, el registro de la German Society for Pediatric Oncology and Hematology–Malignant Endocrine Tumors identificó un total de 57 pacientes con carcinoma de tiroides medular y 17 pacientes con hiperplasia de células C.[10][Nivel de evidencia C1] En los pacientes con carcinoma de tiroides medular, la mediana de seguimiento fue de 5 años (intervalo, 0–19 años) y la mediana de edad en el momento del diagnóstico fue de 10 años (intervalo, 0–17 años).
En niños con NEM2B hereditaria, el carcinoma de tiroides medular a veces se detecta durante el primer año de vida y es posible que ocurran metástasis ganglionares antes de los 5 años de edad. El reconocimiento de neuromas mucosos, antecedentes de alacrimia, estreñimiento (secundario a ganglioneuromatosis intestinal) y características faciales y hábito marfanoide es crítico para el diagnóstico temprano porque la variante RET M918T, asociada a NEM2B, es muchas veces una variante de novo. Cerca del 50 % de los pacientes con NEM2B presentan un feocromocitoma. Hay un grado variable de riesgo de presentar feocromocitoma e hiperparatiroidismo en la NEM2A, según la variante específica de RET.[3,11]
El Instituto Nacional del Cáncer está llevando a cabo un estudio sobre la evolución natural del cáncer de tiroides medular en niños y adultos jóvenes (NCT01660984).
Para obtener más información, consultar Tratamiento de los síndromes de neoplasia endocrina múltiple infantiles.
Los tumores de tiroides se clasifican como adenomas o carcinomas.[12-14] Los adenomas son nódulos encapsulados benignos, bien circunscritos que a veces causan un agrandamiento importante de toda la glándula o parte de esta, que se extiende a ambos lados del cuello. Algunos tumores segregan hormonas. Es posible que la transformación a un carcinoma maligno comience en algunas células que proliferan y se diseminan a los ganglios linfáticos del cuello o a los pulmones. Cerca del 20 % de los nódulos tiroideos en los niños son malignos.[7,12]
El carcinoma de tiroides medular es una neoplasia maligna neuroendocrina derivada de las células C parafoliculares de la glándula tiroides que se originan en la cresta neural. En los niños, el carcinoma de tiroides medular es un trastorno monogénico causado por una variante de ganancia de función hereditaria o de novo en el protooncogén RET que se relaciona con NEM2A o NEM2B, según la variante específica.[2] El riesgo más alto de carcinoma de tiroides medular lo confiere la variante RET M918T, que se asocia a NEM2B. Las variantes de RET relacionadas con NEM2A confieren un riesgo menor de carcinoma de tiroides medular.[3]
Los carcinomas de tiroides medular se relacionan con frecuencia con el síndrome de NEM2. Para obtener más información, consultar Tratamiento de los síndromes de neoplasia endocrina múltiple infantiles y el resumen en inglés Multiple Endocrine Neoplasia Type 2 (MEN2).
Las opciones de tratamiento del carcinoma de tiroides medular son las siguientes:
El tratamiento de los niños con carcinoma de tiroides medular es sobre todo quirúrgico. Los investigadores concluyeron que la disección profiláctica de los ganglios linfáticos centrales no se debería realizar en pacientes con cáncer de tiroides medular hereditario si sus concentraciones séricas basales de calcitonina son inferiores a 40 pg/ml.[15]
La mayoría de los casos de carcinoma de tiroides medular en la niñez se presentan en el contexto de los síndromes NEM2A y NEM2B. En esos casos familiares, se indican pruebas y asesoramiento genético tempranos, y se recomienda cirugía profiláctica para los niños con una variante patogénica germinal de RET. Las fuertes correlaciones genotipo-fenotipo facilitaron la formulación de directrices de intervención, que incluyen exámenes de detección y la edad en la que se debería realizar la tiroidectomía profiláctica.[11]
Evidencia (cirugía):
La American Thyroid Association ha propuesto las siguientes directrices para la tiroidectomía profiláctica en niños con carcinoma de tiroides medular hereditario (consultar el Cuadro 2).[11]
Categoría de riesgo de carcinoma de tiroides medular | |||
---|---|---|---|
Más alto (NEM2B) | Alto (NEM2A) | Moderado (NEM2A) | |
NEM2A = neoplasia endocrina múltiple de tipo 2A; NEM2B = neoplasia endocrina múltiple de tipo 2B. | |||
aAdaptación de Wells et al.[11] | |||
Variante de RET | M918T | A883F, C634F/G/R/S/W/Y | G533C, C609F/G/R/S/Y, C611F/G/S/Y/W, C618F/R/S, C620F/R/S, C630R/Y, D631Y, K666E, E768D, L790F, V804L, V804M, S891A, R912P |
Edad para la tiroidectomía profiláctica | Tiroidectomía total en el primer año de vida, preferentemente en los primeros meses de vida. | Tiroidectomía total a los 5 años o antes según la concentración de calcitonina sérica. | Tiroidectomía total cuando las concentraciones de calcitonina sérica excedan los límites normales o en otro momento oportuno si los padres prefieren evitar un período de vigilancia largo. |
Se evaluaron y aprobaron varios inhibidores de tirosina–cinasas (ITC) para pacientes con cáncer de tiroides medular en estadio avanzado.
En un ensayo de fase I/II, se administró vandetanib a niños con carcinoma de tiroides medular localmente avanzado o metastásico. De 16 pacientes, solo 1 no respondió al tratamiento y 7 presentaron respuestas parciales con una tasa de respuesta objetiva del 44 %. La enfermedad recidivó en 3 de esos pacientes, pero 11 de 16 pacientes tratados con vandetanib seguían recibiendo la terapia en el momento del informe. La duración de la terapia en la cohorte completa osciló entre 2 y 52 meses, con una mediana de 27 meses.[19] En una evaluación de los desenlaces a largo plazo en una cohorte de 17 niños y adolescentes con carcinoma de tiroides medular avanzado que recibieron vandetanib, se notificó una mediana de SSP de 6,7 años y una tasa de SG a 5 años del 88,2 %.[20]
Para obtener más información, consultar Tratamiento de los síndromes de neoplasia endocrina múltiple infantiles y el resumen en inglés Multiple Endocrine Neoplasia Type 2 (MEN2).
La información en inglés sobre los ensayos clínicos patrocinados por el NCI se encuentra en el portal de Internet del NCI. Para obtener información en inglés sobre ensayos clínicos patrocinados por otras organizaciones, consultar el portal de Internet ClinicalTrials.gov.
El cáncer en niños y adolescentes es raro, aunque desde 1975 se ha observado un aumento gradual de la incidencia general.[1] Los niños y adolescentes con cáncer se deben derivar a centros médicos que cuenten con equipos multidisciplinarios de especialistas en oncología con experiencia en el tratamiento de los cánceres que se presentan en la niñez y la adolescencia. Este equipo multidisciplinario incorpora la pericia de los siguientes especialistas en pediatría y otros para asegurar que los niños reciban el tratamiento, los cuidados médicos de apoyo y la rehabilitación que les permitan lograr una supervivencia y calidad de vida óptimas:
Para obtener información específica sobre los cuidados médicos de apoyo para niños y adolescentes con cáncer, consultar los resúmenes de Cuidados médicos de apoyo y cuidados paliativos.
La American Academy of Pediatrics estableció pautas para los centros de oncología pediátrica y su función en el tratamiento de los pacientes con cáncer infantil.[2] En estos centros, se dispone de ensayos clínicos para la mayoría de los tipos de cáncer que se presentan en niños y adolescentes, y se ofrece la oportunidad de participar a la mayoría de los pacientes y familiares. Por lo general, los ensayos clínicos para los niños y adolescentes con cáncer se diseñan a fin de comparar un tratamiento que parece mejor con el tratamiento estándar actual. En otros tipos de ensayos clínicos se prueban tratamientos nuevos cuando no hay un tratamiento estándar para el cáncer que se ha diagnosticado. La mayoría de los avances en la identificación de tratamientos curativos para los cánceres infantiles se lograron mediante ensayos clínicos. Para obtener información sobre los ensayos clínicos en curso, consultar el portal de Internet del NCI.
Se han logrado mejoras notables en la supervivencia de niños y adolescentes con cáncer. Entre 1975 y 2020, la mortalidad por cáncer infantil disminuyó en más del 50 %.[3-5] Los sobrevivientes del cáncer que se presenta en edad pediátrica necesitan un seguimiento minucioso, ya que es posible que los efectos secundarios del tratamiento del cáncer persistan o se presenten meses o años después de este. Para obtener información específica sobre la incidencia, el tipo y la vigilancia de los efectos tardíos en los sobrevivientes de cáncer infantil, consultar Efectos tardíos del tratamiento anticanceroso en la niñez.
El cáncer infantil (cáncer en edad pediátrica) es una enfermedad rara con cerca de 15 000 casos anuales diagnosticados antes de los 20 años de edad en los Estados Unidos.[6] En la Rare Diseases Act of 2002 de los Estados Unidos se define una enfermedad rara como la que afecta a poblaciones de menos de 200 000 personas. Por lo tanto, todos los cánceres infantiles se consideran enfermedades raras.
La designación de un tumor raro es diferente entre los grupos pediátricos y de adultos. En el caso de los adultos, se considera que un cáncer es raro cuando su incidencia anual es inferior a 6 casos por 100 000 personas. Representan hasta el 24 % de los cánceres diagnosticados en la Unión Europea y alrededor del 20 % de los cánceres diagnosticados en los Estados Unidos.[7,8] Además, tal como se indica a continuación, la designación de un tumor raro durante la niñez y adolescencia no es uniforme entre los grupos internacionales:
La mayoría de los cánceres del subgrupo XI son melanomas o cánceres de tiroides, mientras que otros tipos de cáncer solo representan el 2 % de los cánceres diagnosticados entre los 0 y 14 años de edad y el 9,3 % de los cánceres entre los 15 y 19 años de edad.
Estudiar estos cánceres raros es un reto por el número bajo de pacientes con cualquier diagnóstico individual, el predominio de estos cánceres raros en adolescentes y la carencia de ensayos clínicos con adolescentes que tienen estos cánceres.
También es posible obtener información sobre estos tumores en fuentes relacionadas con el cáncer en adultos, por ejemplo, Tratamiento del cáncer de tiroides.
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PDQ® sobre el tratamiento pediátrico. PDQ Tratamiento del cáncer de tiroides infantil. Bethesda, MD: National Cancer Institute. Actualización: <MM/DD/YYYY>. Disponible en: https://www.cancer.gov/espanol/tipos/tiroides/pro/tratamiento-tiroides-infantil-pdq. Fecha de acceso: <MM/DD/YYYY>.
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