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Una firma genética quizás ayude a personalizar el tratamiento del meningioma

, por Sharon Reynolds

Resonancia magnética de encéfalo en la que se marca un meningioma en color naranja.

Imagen de una resonancia de una persona con un meningioma (en color naranja). Los investigadores crearon una firma de expresión genética que ayudaría a decidir el tratamiento para las personas con este tipo de cáncer de encéfalo.

Fuente: Instituto Nacional del Cáncer/NCI-CONNECT

Las apariencias engañan. Cada vez más, los científicos descubren que no es posible llegar a conclusiones sobre un tumor solo observando el aspecto de las células al microscopio.

Para el meningioma, el tipo más común de tumor primario de encéfalo en adultos, los investigadores demostraron ahora que la actividad de 34 genes específicos pronostica mejor el comportamiento clínico tumoral que las características físicas de las células tumorales.

El equipo de investigación descubrió que, con esta firma de expresión genética, se obtuvo información más precisa sobre cuán rápido se disemina un meningioma, así como cuán probable es que responda al tratamiento y vuelva después de este, según el artículo publicado el 9 de noviembre en la revista Nature Medicine.

En un análisis de más de 100 personas que habían tenido una cirugía para extirpar sus tumores, los investigadores demostraron que el uso de la firma de expresión genética para evaluar el riesgo de que el cáncer volviera podría haber evitado que casi un tercio de los pacientes recibiera además radioterapia.

Por el contrario, un número menor de otros pacientes que no recibieron radioterapia después de la cirugía quizás deberían haberla recibido, porque el puntaje reveló que los tumores eran de crecimiento más rápido de lo que se pensaba al principio.

“Cuando estos tumores vuelven [después de la cirugía] son cada vez más difíciles de tratar. Por eso, si la radioterapia brinda algún beneficio, nos gustaría ofrecer ese tratamiento lo antes posible”, explicó el doctor y licenciado en Medicina David Raleigh, de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), que dirigió el estudio.

En el caso de los meningiomas, administrar el tratamiento solo en base al aspecto de las células "ha sido complicado", afirmó el doctor Mark Gilbert, de la División de Neurooncología del Instituto Nacional del Cáncer (NCI), que no participó en el estudio. El motivo es que a pesar de que el análisis microscópico estándar ayuda a identificar si los pacientes tienen un mayor riesgo de que el cáncer vuelva, en general no es muy preciso.

"Con el sistema de clasificación [vigente], es muy frecuente que haya tumores que no se comportan como se supone que deberían hacerlo", dijo el doctor Gilbert.

Añadió que la precisión de la firma de 34 genes se deberá confirmar en estudios adicionales, pero podría definir más el tratamiento para muchas personas con meningioma, y esto podría aumentar el tiempo y la calidad de vida.

Necesidad urgente de mejorar la clasificación de los meningiomas

Los meningiomas se forman en las meninges, la capa fina de tejido que cubre y protege el encéfalo y la médula espinal. En general son tumores de crecimiento muy lento; a veces tardan años en crecer apenas unos centímetros. Por eso se los suele llamar tumores benignos

"Sin embargo, ese no es un término que me guste usar para cualquier cosa que crezca cerca del encéfalo", que es sensible incluso a la más mínima presión sobre las delicadas estructuras que afectan funciones esenciales, explicó el doctor Raleigh. Además, hay un subgrupo de meningiomas de crecimiento rápido que invade el encéfalo o el hueso que lo rodea, y esto hace más difícil su control con solo cirugía.

Entonces, ¿cómo pueden los médicos distinguir entre los meningiomas de crecimiento más lento de los de crecimiento rápido o los que volverán pronto después del tratamiento?

Desde hace mucho tiempo, la herramienta estándar para guiar el tratamiento del meningioma ha sido un sistema de clasificación que se basa sobre todo en el aspecto de las células de una biopsia tumoral que se observan al microscopio; en particular, para evaluar si alguien debe recibir radioterapia después de la cirugía. 

"La radioterapia puede funcionar muy bien para controlar los meningiomas", afirmó el doctor Raleigh. "Pero a veces produce efectos secundarios importantes a largo plazo". Estos incluyen tumores cerebrales secundarios y cambios cognitivos que alteran la vida. "Lo cierto es que queremos asegurarnos de ofrecer este tratamiento solo a las personas cuyos tumores realmente lo necesitan". 

Un método que los investigadores estudian para quizás mejorar el enfoque estándar al tomar estas decisiones es el análisis de la actividad de los genes en los meningiomas. Ese trabajo ha dado frutos porque se identificaron muchos genes que podrían hacer que un meningioma sea más problemático.

"Sin embargo, descubrir cómo encajan entre sí todos esos genes no es algo que se haya hecho antes", subrayó el doctor Raleigh.

Creación y comprobación de una firma de expresión genética para el diagnóstico

Para el estudio, el equipo codirigido por el doctor y licenciado en Medicina Stephen Magill, de la Universidad Northwestern, y el doctor William Chen, de la UCSF, analizó primero la expresión de genes en muestras tumorales de unas 180 personas con meningiomas tratadas antes en la UCSF.

A partir de un conjunto mucho más grande de genes prometedores identificados en estudios anteriores, separaron 34 que habían alterado de forma significativa la expresión genética según las muestras de tumores cuyo crecimiento había sido lento o rápido. 

Luego, los investigadores probaron la firma de 34 genes en muestras tumorales tomadas de un grupo aparte de 866 personas con meningioma que habían recibido tratamiento en seis hospitales diferentes (llamado grupo de validación).

Cuando observaron los cánceres que reaparecieron en los pacientes y la rapidez con la que regresaron, la firma permitió separar con precisión a las personas en grupos con riesgo de recidiva bajo, mediano o alto, tanto después de la cirugía inicial como después del tratamiento de un meningioma que había vuelto. También pronosticó mejor la recidiva y la supervivencia, en comparación con otros nueve sistemas de clasificación que probaron.

Hasta la fecha, solo hay un estudio clínico prospectivo aleatorizado en el que se probó la radioterapia para el tratamiento del meningioma en América del Norte. Con las muestras tumorales recolectadas durante ese estudio, los investigadores probaron si el puntaje permitía identificar a las personas que recibieron radioterapia que tal vez no la necesitaban, y a las personas que no la recibieron pero que era probable que la necesitaban.

Al igual que en el grupo de validación, el puntaje pronosticó con precisión la recidiva y la supervivencia en las 103 personas que participaron en ese estudio. Según los puntajes de expresión genética obtenidos, los investigadores calcularon que cerca del 30 % de las personas que habían recibido radioterapia en realidad tenían un riesgo bajo y quizás no necesitaban tratamiento adicional justo después de la cirugía. 

Y los tumores en casi el 10 % de las personas en ese estudio que no recibieron radioterapia quizás la necesitaban para prevenir la recidiva.

El doctor Raleigh y sus colegas trabajan ahora con NRG Oncology, un grupo que lleva a cabo estudios clínicos con fondos del NCI, para probar si la firma genética sirve para orientar el tratamiento y mejorar los resultados de estudios clínicos en curso.

"Estamos muy entusiasmados", comentó.

El futuro de un tratamiento más personalizado del meningioma

El doctor Raleigh y sus colegas siguen estudiando y entendiendo mejor cómo emplear esta nueva firma de expresión genética.

Este enfoque ofrece una gran ventaja, explicó el doctor Raleigh: es posible analizar los genes con varias técnicas comunes usando muestras tumorales conservadas de distintas formas. Por lo tanto, el puntaje de expresión genética es algo fácil de hacer en los laboratorios y hospitales.

En el futuro, a los investigadores les gustaría saber si la firma de 34 genes permite definir aún mejor el tratamiento; por ejemplo, al identificar a las personas con tumores de crecimiento tan lento que quizás no necesitan comenzar con una cirugía. 

"Cerca del 1 % de las personas tendrá un meningioma en la vida, y es muy común que se encuentren estos tumores durante un diagnóstico casual al observar imágenes cerebrales [que se realizan por otros motivos]", indicó el doctor Raleigh. Pero “no queda muy claro qué deberíamos hacer con esos tumores…”. 

Hoy en día, muchas de estas personas con meningiomas que se detectaron por casualidad reciben controles periódicos mediante pruebas con imágenes, y el tratamiento se posterga a menos que el tumor comience a crecer, explicó el doctor Gilbert. 

Si la firma de 34 genes o un puntaje similar indicara cuáles de estos tumores de descubrimiento casual nunca crecerán y cuáles crecerán rápido, ayudaría a personalizar aún más el tratamiento, subrayó el doctor Raleigh.

En los últimos años, se crearon otros sistemas de clasificación de meningiomas según los posibles puntos débiles (vulnerabilidades) adonde dirigir las terapias, incluso un sistema que surgió del laboratorio del doctor Raleigh.

Pero no se trata de que un sistema sea mejor que otro, añadió.

"Estos sistemas ofrecen información complementaria", comentó. El puntaje de expresión de 34 genes, por ejemplo, ayuda a tomar decisiones sobre los tratamientos que se usan ahora. El sistema formulado antes en el laboratorio del doctor Raleigh, que se basa en un tipo de cambio en el ácido desoxirribonucleico (ADN) conocido como metilación, ayuda a identificar a las personas que podrían participar en estudios clínicos de nuevos tratamientos dirigidos. 

Este segundo puntaje "nos aclara la biología del meningioma en términos de oncoiniciadores [del tumor] y quizás nos permita una mirada al futuro para saber hacia dónde encaminarnos con las nuevas terapias".

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